Apostar con la comida

El debate sobre los biocombustibles se enciende de nuevo

Europa se quiere instaurar como el pionero de la bio-economía. La experiencia con los biocombustibles hace sin embargo encender las alarmas: la creciente demanda de biomasa, agua y suelo puede afectar gravemente el suministro de comida y además parece que en general la producción de estos combustibles no ahorra emisiones de CO2. A este respecto, la comisión europea ha elaborado un proyecto de ley para la revisión de las actuales directrices y sobre las que se tiene que votar al final del año. El lobby para los biocombustibles aumenta y se habla de un “golpe mortal” para el sector.

  • Maíz

La producción de biocombustibles ha tomado un enorme vuelo el último decenio. Desde el 2000 la producción de biodiesel ha aumentado hasta 19 millones de toneladas por año. Europa es inclusive líder mundial en su producción y en el caso de la producción de bioetanol los líderes son EE.UU y Brasil. Este crecimiento ha sido reforzado por, entre otras, la política europea. En el paquete de medidas sobre clima y energía de 2009 de la comisión europea se ha establecido como prioridades, por un lado, que para el 2020 el 10% de la energía en el transporte debe provenir de energía renovable y sobretodo de biocombustibles. Por el otro, que el grado de emisiones de CO2 en el combustible debe disminuir al 6%.

Según el barómetro del observatorio de la Unión Europea, el consumo europeo de biocombustibles en trasporte para el año inmediatamente anterior, ascendió a 14,4 millones de toneladas. Esta cifra fue de 14 millones de toneladas para el 2011. En el 2012 hubo entonces un aumento de 2,9%, un poco menos que entre el 2010 y 2011 cuyo crecimiento para el sector fue del 5,3%.

Conducir o comer

Hoy la mayor parte de los biocombustibles son de “primera generación” producidos a base de cultivos que también son recursos alimenticios: caña de azúcar, maíz, semilla de colza, soya, aceite de palma y trigo. Actualmente Europa importa un 35% de la materia prima para la producción de biocombustibles pero esta cifra debe subir a un 50% si se quiere alcanzar la meta establecida del 10% para el 2020. Las dos crisis alimentarias sucesivas del 2008 y 2011, con disturbios sociales y fuertes aumentos de precios como consecuencias, han encendido las alarmas. Numerosos reportes han mostrado que el avance de los biocombustibles es uno de los principales causantes de los crecientes precios de alimentos y de las escasas reservas de los mismos. Un reporte de Rabobank, Finding the FoodFuel Balance, de octubre del año pasado, confirma la correlación entre biocombustibles y el mercado de alimentos y asegura que las reservas de aceite vegetal no pueden mantener la demanda de los 4 años anteriores. Estas reservas se encuentran en el nivel más bajo en 38 años, mientras se espera de nuevo un aumento de la demanda de 23 millones para el 2016.

De esta manera Rabobank espera solamente una disminución de la producción de biocombustible y el reporte afirma que la norma del 10% quizás no se puede alcanzar porque la oferta no puede seguir la demanda. La organización estadounidense Comida y Agricultura (FAO) señala al respecto que de los 10 años anteriores hubo seis en los que el mundo consumió más comida que la que produjo. Nos encontramos en una situación de mercados ajustados y eso conlleva a alzas en los precios que sobre todo hace agravar aun más problemas como el hambre y la pobreza en los países en desarrollo.

En los países importadores de comida los precios han subido drásticamente (ver recuadro). También en Latinoamérica y África, la búsqueda de suelo para cultivos energéticos es, junto con la especulación de tierras, un factor constante en el problema del robo de éstas. Entre 2009 y 2013 empresas europeas se han tomado en África 6 millones de hectáreas para la producción de biocombustibles.

Aporte al clima: cero

La comisaria europea para la acción por el clima, Connie Gedegaard, fue muy clara en octubre del año pasado: “en lo que refiere al clima, algunos biocombustibles, además subsidiados con dinero europeo, son igual de dañinos o peores que los combustibles fósiles.” Si se hace el análisis de toda la cadena de producción, parece que, para una determinada cantidad de cultivos, algunos biocombustibles emiten igual o incluso más CO2 que los combustibles fósiles. Este balance negativo tiene que ver con el uso de tierra indirecto (ILUC Indirect Land Use Change) de esos cultivos energéticos. Europa ha establecido un criterio sostenible para los biocombustibles en el que se instaura que no se permite cultivos energéticos en suelos donde se han talado bosques o donde se han secado pantanos porque estos son esponjas de CO2. El problema es sin embargo que cuando estos cultivos energéticos se siembran en suelos para la agricultura entonces de nuevo la agricultura tiene que buscar territorios nuevos y así el problema se desplaza.

Un ejemplo de ILUC: entre 2000 y 2006 se importó en Europa el doble de aceite de palma para reemplazar el aceite de carbón que ya no fue destinado a la producción de comida sino a la producción de biocombustibles. “Si se quiere seguir sembrando cultivos energéticos y al mismo tiempo emitir menos CO2, sólo será posible cuando la gente, o menos comida consuma o cuando ésta sea menos nutritiva”, concluye Timothy Searchinger, investigador de la universidad de Princenton en su documento Understanding the biofuel trade-offs between indirect land use change, hunger and poverty. Para evitar una influencia en la producción de alimento, se tendrá cada vez que extraer más bosque, lo que conlleva a más gases invernaderos.

De esta investigación también se concluye que no todo el suelo que se utiliza para los cultivos energéticos son reemplazados en alguna otra parte por suelo para la producción de alimento: de todas las 100 calorías provenientes del trigo o maíz que se utilizan para el bioetanol, 25 no son reemplazadas por alimento. Searchingers llega a esta conclusión: con biocombustibles de primera generación se obtendrá siempre una situación de perdida-perdida. Searchingers aboga por la negación de subsidios para biocombustibles ligados con el suelo. La gran pregunta es entonces si la actual política responde realmente a sus objetivos: disminución de emisiones en el transporte, estimulación del desarrollo rural y mejoramiento de la seguridad energética.

Biofuels. At what cost? Un estudio del instituto internacional para el desarrollo sostenible (IISD) concluye que la política europea de biocombustibles es controversial ya que las ventajas en muchos terrenos son marginales y confusas y hay necesidad de un mejor control. El mismo estudio calcula que todo el sector recibe hasta 10 millones de euros en subsidios por año (reducciones sobre el impuesto de consumo, exención de impuestos, unificación de obligaciones e investigación auxiliada). 10 millones de euros es igual a la suma sobre la que se discutió en marzo para el rescate de Chipre e igual a los gastos del gobierno de un pequeño país europeo como Letonia o Estonia.

“Si se quiere seguir sembrando cultivos energéticos y al mismo tiempo emitir menos CO2, sólo sería posible cuando la gente, o menos comida consuma o cuando ésta sea menos nutritiva”

La comisión europea está trabajando para revisar el reglamento, sobretodo porque en el futuro la navegación y la aviación también deben limitar sus emisiones y usarán biocombustibles. La comisión planteó un proyecto de ley en octubre que propone que en el futuro la cuota de biocombustibles de primera generación no debe ascender a más de 5% de materias primas alimentarias, lo que resulta en un congelamiento del actual nivel. El resto tiene que provenir de otras fuentes renovables (biogás, electricidad) o de biocombustibles de segunda generación (restos, basura o madera). Debe elaborarse también un reporte más claro sobre uso de tierra indirecto y desde el primero de julio las nuevas instalaciones de biocombustibles tienen que poder demostrar que realizan una reducción del 60% de CO2. El proyecto propone también suprimir los subsidios para biocombustibles después del 2020, a no ser que los productores puedan demostrar que han alcanzado una reducción substancial de CO2. Sin este 5% aumentaría la cuota hasta 8,5% para el 2020, lo que significa entonces aún más presión sobre suelos, agua y comunidades de agricultores.

Un fin de año decisivo

El lobby de los biocombustibles reacciona escandalizado ante la propuesta y la denomina “el golpe de gracia” para su sector. El lobby son los productores de biocombustibles (European Biodiesel Board), las cooperativas europeas de agricultores y trabajadores del campo (Copa-Cogeca), los productores de etanol (ePure), la industria europea de aceite vegetal y proteína (Fediol) y los cultivadores de remolacha de azúcar (Cibe). Según estos productores, Europa hace un giro de 180º y los políticos europeos se dejan convencer por las organizaciones del medio ambiente. Los productores hacen referencia a las inversiones que se hicieron en los últimos años -de la que mencionan la cifra de 14 millones de euros, mientras que esta cifra es otra según el IISD, 6,5 millones de euros en capacidad de producción en los 27 países de la Unión Europea- y calculan que con este giro se perderán cientos de empleos. Así mismo, opinan que no es realista que la comisión quiera hacer subir la cuota de biocombustibles de segunda generación, porque es seguro que pasarán primero 10 años antes de que esa producción sea rentable. Según ellos tampoco es posible calcular el ILUC-factor correcto porque los métodos para ese propósito aún no están completamente elaborados. Así mismo consideran que la tarea de vigilar el uso indirecto de la tierra deben asumirla los gobiernos de los países no europeos.

Tales determinaciones pueden, según los productores, ser incorporadas en los acuerdos comerciales que se hacen entre la Unión Europea y Mercosur, los EE.UU. y Malasia, países que producen cultivos energéticos. Ellos abogan una cifra del 8% para los biocombustibles de primera generación. Los comités parlamentarios del medio ambiente, energía, agricultura, transporte e industria han votado el pasado verano esta propuesta y sólo el comité de medio ambiente ha acordado un compromiso de 5,5% biocombustibles de primera generación, los otros comités proponen un rango de 6,5% hasta 8%. El 11 de septiembre se llevará a cabo la votación de la plenaria en el Parlamento Europeo y en octubre el Consejo hará su pronunciamiento al respecto.

Marc Olivier Herman del Oxfam de la UE-Advocacy Office: “en el Consejo europeo el lobby influye a cada miembro de la UE y varios miembros están muy reacios frente a un cambio. Italia bloquea cada intervención porque la industria de biocombustibles es muy importante para ellos. Los nuevos miembros de la UE tampoco quieren límites. El actual presidente de la UE propone una norma de 7% y se basa en una definición muy débil de sostenibilidad”. Las ong’s europeas del medio ambiente prefieren la terminación por fases de los biocombustibles de primera generación que provenga de una reestructuración total del sector del trasporte. Para averiguar que tan realista es esto, Greenpeace, BirdLife Europe, The European Environmental Bureau y Transport and Environment han hecho un estudio ejecutado por el instituto holandés CE Delft. Este estudio, Sustainable Alternatives for Landbased Biofuels in the European Union, sostiene que transporte sostenible, basado en motores más económicos y más eficaces en energía; una reorganización del transporte público, vehículos eléctricos y biocombustibles de segunda generación en combinación con una terminación en fases de los biocombustibles de primera generación para el 2020, aportaría una gran ganancia al ambiente y no se pondría en peligro nuestra producción de alimento.

Maíz que siembra hambre

40% del cultivo del maíz en los EE.UU va a la producción de bioetanol. Un estudio reciente Action Aid, Fueling the Food Crisis. The cost to developing countries of us corn expansión, llegó al la conclusión que esa gran demanda de maíz y el aumento de su precio significaba un extra costo de 8,75 millones de euros para los países en desarrollo importadores de maíz para el periodo de 2005/2006 a 2010/2011.

Para Centro América por ejemplo significa un extra costo de 278 millones de euros. En Guatemala subió el importe del 9%, en los inicios de los noventa, a 40% ahora; en concreto una suma de 69 millones de euros. Este país experimenta incluso un aumento de plantaciones de palma africana y azúcar y es uno de los países con mas desigualdad en la repartición de tierras: 92% de los pequeños agricultores dispone de solamente el 22% del suelo. Aunque en los acuerdos de paz de 1996 se acordó hacer algo al respecto, se encuentra aún hoy una gran concentración de suelo con plantaciones de cultivos energéticos. Comunidades que no tienen títulos de propiedad son expulsadas con violencia y violaciones a los derechos humanos son el pan de cada día. En el país vecino Honduras sucede la misma historia. En estos países vulnerables la seguridad alimentaria está bajo una gran presión y los pequeños agricultores no disfrutan en absoluto de la bonanza de los biocombustibles.

11.11.11 campaña

Este otoño inicia 11.11.11, la cúpula del movimiento flamenco Norte-Sur, la segunda edición de la campaña sobre la temática del alimento a nivel mundial. El dossier básico “Porque el hambre es una Injusticia” analiza de nuevo las causas del hambre y formula también respuestas. La campaña presenta un New Deal para ayudar a erradicar el hambre con base en la agricultura sostenible y como fundamento el incuestionable derecho al alimento.

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