Reflexiones sobre otra cumbre del milenio

En setiembre todos los paises del mundo enviaron a su jefe de estado, presidente o ministro de Asuntos Exteriores a Nueva York, donde se reune, como cada año, la Asamblea General de las Naciones Unidas -la misa solemne diplomática por excelencia. Este año un encuentro a alto nivel evaluarán los Objetivos del Milenio, que proponían reducir a la mitad la pobreza en el mundo en 2015. Pese a todas las cumbres con una infinitud de juramentos caros, el Norte no cumplió con sus promesas.
‘Estamos a mitad de camino’, dice el secretario-general de las Naciones Unidas Ban Ki Moon. ‘Si queremos alcanzar los objetivos en 2015, hace falta un esfuerzo considerable’. Es evidente.
Aunque siempre quedan regiones que se rezagan, en algunas metas el mundo en su totalidad obtiene un resultado nada malo, p.e. en la renta individual o la educación primaria. No obstante, en cuanto a equipamientos sanitarios básicos falleremos el objetivo con 600 millones de personas. La desnutrición en Asia del Sur y en África permanece gigantesca. Cada vez expulsamos más gases del efecto invernadero y la deforestación continúa.
Casi en todas partes son los más pobres que ven desminuyendose su parte de la torta. O sea: la desigualdad interna aumenta. Además en estas cifras aún no están calculados los efectos de la subida de los precios de los alimentos. Muchos suponen que con este aumento se eliminará cinco años de aumento de ingresos. Lo que inmediatamente plantea la pregunta cómo las Naciones Unidas realizarán sus objetivos si no tienen el control sobre la economía.
Desde 2005 los paises ricos han disminuido su ayuda. Sin embargo uno de los pilares de los objetivos del Milenio era precisamente la promesa de esforzarse más. Uno se volvería cínico. Pese a todas las cumbres con una infinitud de juramentos caros, el Norte no cumplió con sus promesas. Aunque ha habido excepciones: al final el maldito Bush no lo hice tan mal. El ex-primer ministro Belga Guy Verhofstadt es el colmo en cuanto a la diferencia entre hechos y palabras -lo siento pero así es. Parece que los países en desarrollo ya no esperan que las naciones ricas vengan con más dinero, puesto que en sus planes de desarrollo parten de la ayuda existente, no de lo que sería necesario para conseguir los objetivos. Esto lo señala la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) en su último informe sobre los Paises Menos Desarrollados.
Pues si, gobierno global! Bienvenido en el país de los compromisos imperfectos, realpolíticos y intransparentes. Se encuentran tan lejos de los ciudadanos que resultan difíciles de imponer. MO* trata de llevarle lo más cerca posible a la realidad del gobierno global, para que pueda confrontar a nuestros líderes con sus promesas. ¿Si ayuda mucho? De hecho, en nuestro país ya 14 meses los problemas pasan inadvertidos por la lucha comunitaria en nuestro país. Este gobierno se preocupa apenas del papel que desempeña Bélgica en el mundo. El primer ministro Leterme renuncia frecuentemente a reuniones internacionales.
Global governance – lo que se llama gobierno global- se encuentra ante grandes desafíos. Primero hay una gran falta de democracia. Si las instituciones quieren mantener su credibilidad, los paises en desarrollo tienen que recibir más poder. Esto ocurre de alguna manera en el Fondo Monetario Internacional y en la Organización Mundial de Comercio, pero en el Consejo de Seguridad no avanza. Y es así desde hace muchos años. Aparte de esto, hay la debilidad del gobierno global en el tema social y medioambiental, tal como lo ilustran los Objetivos del Milenio.
No hay recursos para imponer los acuerdos, tal como sí los hay respecto al comercio. En cuanto al gobierno social - derechos humanos y desarrollo- no espero grandes pasos hacia una política más performante. El medioambiento tiene más probabilidad para conseguir algunos logros. Sobre todo para la gestión del clima pienso que un acuerdo global con objetivos vinculantes para todos los grandes jugadores es alcanzable. Primero porque tanto los Estados Unidos como la Unión Europea piensan en sanciones comerciales si las Chinas y las Indias de este mundo no participan en un acuerdo medioambiental. Segundo porque cada vez más personas se dan cuenta que estamos todos en el mismo barco, llamado “tierra”. Dependemos el uno del otro. En realidad esto también vale para la pobreza en el mundo: si las cosas van mal en África, nosotros también lo sentiremos. A menudo los líderes lo mencionan ya, pero no pasan de la palabra al hecho.

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