‘Zimbabue es una gran prisión'

Chenjerai Hove (52 años) es uno de los autores más grandes de Zimbabue, así como uno de los pensadores más respetados. Ha vivido en exilio en Noruega, pero también residió algún tiempo en el municipio flamenco de Vollezele con el fin de colaborar a una actualización de la obra shakesperiana de King Lear. Hove dice: ‘Justo como Lear, Mugabe se rodeó de aduladores y cameladores.’
En el año 1989 la novela de Hove Bones ganó el prestigioso premio literario Noma. De principio a fin los versos y frases expresan la voz de los impotentes oprimidos, primero bajo el peso del yugo de la colonización, después bajo el de los gobernadores  postcoloniales. Hove, que respectivamente ha sido maestro en el campo, periodista, poeta, novelista, mentor de escritores y finalmente también docente universitario en exilio, ha transcurrido un trayecto agitado en su vida, el cual dejó sus huellas. ‘Escribo sobre todo por la noche’, dice mientras nos muestra el cuarto de estudios en su lujosa granja, la Villa Hellebosch. ‘Me he quedado con esta costumbre desde Zimbabue. Quise ahorrar mis hijos la deshonra de ver la policía sacando su padre de la cama por la noche. Así al menos estaba preparado para cuando viniera la policía.’
Mientras que pongo su poemario Blind Moon, imposible a encontrar en Bélgica, en el vidrio de la fotocopiadora – ‘Diles que el poeta te ha dado permiso’ – Hove me cuenta sobre su huida de Harare. ‘En el año 2001 salí, por consejo de Wole Soyinka (ganador nigeriano del premio Nobel de Literatura) y el escritor radical norteamericano Russell Banks. En ese tiempo, escribía semanalmente una columna en el periódico zimbabuense The Standard, en la cual me burlaba de su minúsculo bigote y su predilección por juguetes. La situación se volvió demasiado peligrosa para mi.’
‘¿Sabías que la comitiva de Mugabe dispone de 45 limosinas, con ocho motores delante y atrás?’, se ríe Hoven mientras que se burla del ‘tonto’ Mugabe, al servirse un dedo de tabaco en polvo. ‘Incluso hay una clínica en su columna, que dispone de las últimas novedades tecnológicas.’
¿Usted realmente piensa que Mugabe está loco?
Chenjerai Hove: ‘No soy psiquiatra, pero honestamente pienso que nuestro presidente sí es bobo. Y ya hace tiempo. Un día Desmund Tutu llamó Mugabe de bonkas o trastornado.’
En la biografía de Martin Meredith se describe Mugade como un solitario que se retira para leer y estudiar.
Chenjerai Hove: ‘Sus familiares me contaron que es bastante introvertido. No jugaba con otros niños o con niñas. Pero aún si te gusta estar solo, sí quieres contacto con otras personas para intercambiar ideas, ¿no? Mugabe no. Una y otra vez me fui a tomar con uno de sus hermanos. Estaba en la misma escuela que él. A Mugabe nunca le han gustado los bares.’
¿Jamás ha sido partidario de Mugabe?
Chenjerai Hove: ‘Nunca he sido un admirador de él. Además, hasta el año 1960 nadie le conocía. Daba clases en Ghana y sólo había vivido poco tiempo en Zimbabue. Gracias a su decente nivel de inglés, lo ascendieron inesperadamente a publicity secretary del partido. Después de la independencia en el año 1980 echó a todos los nacionalistas de uno en uno al lado y los detuvo. Echó a todos los jefes del ejército y de la policía del régimen de la minoría blanca, excepto los torturadores y verdugos. Se quedó con ellos.’
¿Esto le ha dado una aversión por él?
Chenjerai Hove: ‘De todas formas era un presagio. Pero me preocupaba también por su postura hacia nosotros, los profesores. Con la independencia hubo una huelga de los profesores. Bajo el régimen colonial el salario de los maestros negros era sólo la mitad del de los blancos, mientras que por el mismo trabajo, los negros disponían de los mismos libros y planes de estudios. Por ello, exigimos salarios iguales para todos después de la independencia. También exigimos del Estado una retribución de los salarios que habíamos perdido. Las enfermeras nos apoyaron en la huelga, ya que se encontraban en la misma situación.’
¿Ustedes exigían que los nuevos gobernantes pagaran los salarios atrasados?
Chenjerai Hove: ‘¡Sí! (se ríe fuertemente). Mugabe estaba fuera de sí y despotricó fuertemente contra nosotros. Nos reprochaba que no habíamos contribuido nada a la guerra de liberación y, por ello, no teníamos nada que ver en sus políticas. Yo estaba muy decepcionado. Ese hombre no sabía lo que estaba diciendo. Durante la guerra de liberación nosotros – los profesores, enfermeras, campesinos y pequeños empresarios – tendimos a apoyar más a los guerrilleros. Me acuerdo que un día me quedé con sólo 23 centavos de mi salario mensual por habérmelo gastado en comida y ropa abrigada para los guerrilleros que estaban buscando ayuda en el pueblo.’
¿En su obra Usted da rienda suelta a esas frustraciones?
Chenjerai Hove: ‘La literatura no puede incurrir en eslóganes en favor o en contra de Ian Smith, Mugabe, Che Guevara o Fidel Castro. La poesía es la belleza del escrito. En mi último poemario Blind Moon escribo: ‘En el camino hacia la casa del poder, dejaste muertos, y viudas. En el camino hacia la casa del poder, dejaste piedras rotas, y cerebros estropeados. En el camino hacia la casa del poder.’ Pero no estoy haciendo ninguna mención de Mugabe. La literatura existe para permanecer. Además, racistas, así como Smith y los negros han abusado fuertemente del poder. Los negros aún más escandalosamente.’
¿La violencia después de la independencia era peor que bajo el mandato de los ingleses o el régimen minoritario de Ian Smith?
Chenjerai Hove: ‘Honestamente sí. La violencia se volvió peor después de la colonización. No puedo acordarme haber visto un niño o mujer en llamas antes. Si los coloniales tenían la tomada con uno, al menos dejaban tu hijo o mujer en paz. Los guerrilleros no; ellos encerraban familias enteras en la casa para después quemarla toda.’
¿Por qué Usted huyó de Zimbabue en el 2001?
Chenjerai Hove: ‘Soyinka y Banks me habían dado un billete abierto de British Airways con el mensaje: ‘Vayase antes de que sea tarde. No queremos un segundo Saro-Wiwa (escritor que fue ejecutado en el año 1995 por sus protestas en contra de la explotación de petróleo en Nigeria)’. Al comienzo el régimen intentó incorporarme. En el año 2001 me ofrecieron una enorme cantidad de dinero para organizar el próximo congreso de PEN en Zimbabue. Yo era, y todavía soy, el presidente de la asociación de escritores PEN de Zimbabue. Con la intención de dársele buena publicidad, el régimen quiso mimar a los escritores internacionales, enseñarles las cataratas de Victoria y el Gran Zimbabue y alojarles en los hoteles más exquisitos del país. Así es el público, da mucha importancia a lo que cuentan los escritores.’
Pero las cosas terminaron de otra manera.
Chenjerai Hove: ‘Yo decía a mis colegas que quería bien invitarles, pero no podía tomar la responsabilidad de sus escritos. Entonces no resultó en nada. Después me ofrecieron una granja, pero eso también lo rechazé. Mi padre era campesino y sé bien lo que significa llevar una granja: trabajar día y noche, las veinticuatro horas. Eso tampoco funcionó. Después intentaron acusarme de crímenes que ni siquiera había cometido, por ejemplo el contrabando de marihuana. También escenificaron un accidente de tráfico e intentaron envenenarme cuando estaba en el hospital. En Zimbabue es mejor no hospitalizarse si eres opositor. La probabilidad de salir vivo es mínima.’
‘El régimen de Mugabe dispone de nada menos que 200.000 informantes oficiosos y, por ello, hasta tu propia pareja o hijo puede delatarte’.
En comparación con las torturas que sufrió Tsvangirai, Usted salió bien librado.
Chenjerai Hove: ‘Correcto. Además pienso que pocos harían lo que ha hecho Tsvangirai. A pesar de las reiteradas torturas y hasta intentos de asesinato, nunca ha dejado la lucha. Sin embargo, sigue predicando la esperanza para un Zimbabue diferente y ofrece una alternativa a los votantes para el partido del gobierno Zanu-PF.’
Tsvangirai puede ser un hombre muy valiente, pero en las últimas elecciones no ha podido convertir su victoria en verdadero poder.
Chenjerai Hove: ‘Tsvangirai no tenía otra opción que entrar en negaciones con Mugabe, ya si fuera para enseñar al mundo entero cómo Mugabe es un falso negociador. Hasta ahora todo quedó indeciso. El bando de Tsvangirai reivindica la repartición de los ministerios claves de seguridad, policía y ejército. Pero Mugabe quiere guardárselos y sólo concede los ministerios más insignificantes, que no pueden cambiar nada al sistema actual, a su rival. Si Tsvangirai concede, estará acabado, ya que entonces quedarán impunes y presumidos los criminales que mataron a nuestros hermanos y hermanas.’
¿Qué opina Usted sobre el papel del Occidente en las últimas negociaciones?
Chenjerai Hove: ‘No puedo entender cómo, por ejemplo, el ministro británico de Cooperación al Desarrollo ha declarado públicamente que ponen cinco millones de libras a disposición para cuando las cosas se resuelven en la política zimbabuense. ¿Cómo puedes estar prometiendo dinero a la oposición, mientras que sabes que Mugabe toma cada oportunidad para confirmar su aserción de que Tsvangirai es un títere del Occidente? Blair debería haber dicho simplemente que: ‘Independientemente del resultado electoral, apoyamos al nuevo gobierno y al estado de derecho’. O los británicos están mal informados o están jugando un partido en casa, con sólo un mensaje: ‘¡Mírennos, somos los campeones de la democracia!’.’
¿Qué asuntos trataría primero si fuera ministro en Zimbabue?
Chenjerai Hove: ‘Que cada uno se ocupe de lo suyo. Soy escritor y no quiero ser ministro. Mi primo ha ostentado varias carteras y me ha invitado varias veces a entrar en el gobierno. Le dije: ‘No hay peor ministro de Educación o Cultura que un escritor-ministro, porque éste sabe lo que es lo suyo y piensa que siempre debe tener la última palabra. Nunca escucha a sus funcionarios’.’
Pero supongamos que Usted debe hacerse ministro…
Chenjerai Hove: ‘Si fuese ministro de Educación, redactaría todos los textos de nuevo porque los actuales son meros instrumentos de propaganda. Como si nuestra historia sólo empezara a partir de Mugabe. Como ministro de Agricultura dejaría todos los blancos llevar sus granjas de nuevo. Y llamaría a los racistas entre ellos a rendir cuentas semanalmente y no les permitiría poseer 2.000 hectáreas de tierra. Pero deben quedar agricultores, ya que la agricultura es la fuerza de nuestro país.’
Con el fin de acabar con el pasado, no bastará un cambio de gobierno. ¿Debe organizarse una comisión de la verdad como en África del Sur? ¿O tribunales populares como en Ruanda?
Chenjerai Hove: ‘En el pasado varias personas abogaban en pro de declarar todas las fechorías. Yo también abogué eso frente a los representantes de la oposición, pero Mugabe lo dio negativa en el año 1998. Personalmente estoy dispuesto a hablar sobre lo que he visto. Sé donde se encuentran las masacres. Sé donde ejecutaron mis compatriotas, para tirarles en pozos y enterrar por niveladoras. En el año 1978 los guerrilleros asesinaron un auxiliar médico en mi presencia. Le cortaron la nariz y los brazos con un hacha, y después los tostaron sobre el fuego. Le obligaron al hombre a comer su propia carne.’
En su poema The Violence of Gokwe Usted escribe sobre su región natal. ¿Cómo era allá?
Chenjerai Hove: ‘Gokwe era una región muy compleja, dada la presencia de luchadores de Zipra, Zanla, del obispo Muzorewa y otras milicias. Si no soportaba mi vecino, podía entrar en una milicia y decirles que él apoyaba a los enemigos. Entonces le matarían. Gokwe es una masacre. Algunos culpables volvieron después para reconciliarse con las familias de sus víctimas, mientras que otros se volvieron locos. Muchos zimbabuenses se beneficiarían con asistencia médica.’
¿Usted a veces se despierta, bañado en sudor angustia?
Chenjerai Hove: ‘No es fácil olvidar la imagen de una persona que está siendo cortado en piezas. En mi libro ¿Masimba Avanhu? (¿Esto es el poder del pueblo?) describo la excavación de una tumba. El libro se basa en una historia real. Durante la guerra de liberación perdí cinco de mis estudiantes en un día, cinco niñas. Los guerrilleros solían entrar el aula, escogiendo las niñas más bonitas para violarlas en los bosques de los montes. Ese día los rodesianos tendieron una emboscada a esas niñas, junto con cinco de mis estudiantes, y los mataron. Los rodesianos aterrizaron en helicóptero cerca de la escuela y entraron al aula. ‘Señor,’ me dijeron, ‘hemos matado a sus estudiantes terroristas. Puede buscarlos.’ Los cadáveres, totalmente tirados a jirones, se encontraban en los montes.’
¿Cuanto tiempo Usted considera necesario para curar las heridas de Zimbabue?
Chenjerai Hove: ‘Es increíble qué impacto pueden tener una guerra y una dictadura en la mente humana y en los lazos familiares y de amistad. Nuestro país es objeto de angustia. Zimbabue es una gran prisión, en la cual los hombres no confían en sus mujeres y al revés. El régimen de Mugabe dispone de nada menos que 200.000 informantes oficiosos y, por ello, hasta tu propia pareja o hijo puede delatarte. Vas a la iglesia y ni sabes si puedes confiar en el cura. Para obtener resultados, se debe desmantelar el sistema entero.’
¿Le gustaría volver a Zimbabue un día?
Chenjerai Hove: ‘Cuando el acuerdo de paz esté hecho, quiero volver, aún si tengo que dar clases en una escuelita en el campo. Prefiero hacer eso que dar conferencias a niños gordos en la Brown University, donde la mayoría de los estudiantes simplemente quieren graduarse. A muchos maestros en diáspora les encantaría volver, al menos si recibiesen un mínimo de aprecio en su país natal. Pero aún así, las cosas no son tan sencillas. Al menos cuatro millones de zimbabuenses han dejado su país y han construido una nueva vida en otra parte, han comprado un apartamiento y han hecho amigos. Personalmente no sé como mi mujer se comportaría si apareciera en la casa después de una ausencia de siete años. Entretanto se volvió una persona muy religiosa. Hace poco hasta me preguntó escribir un libro sobre religión. ¡Ni quiero pensarlo!

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