México en medio de la más grave crisis política en décadas

El 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Estado de Guerrero, fueron asesinados 3 estudiantes y secuestrados otros 43. A la fecha no se tiene noticias de su paradero y este hecho local ha puesto en cuestión a todo el régimen político.

  • © Annick Donkers Las caravanas que vienen de Guerrero, con los padres y familiares de los 43 estudiantes desaparecidos se juntan a la manifestación. El pueblo los recibe con un imenso aplauso. © Annick Donkers
  • © Annick Donkers La foto muestra uno de los 43 estudiantes desaparecidos, en el Zócalo de Mexico DF. Esta foto forma parte del proyecto artístico InsideOut del artista Francés JR. © Annick Donkers
  • © Annick Donkers Uno de los tantos grupos de estudiantes que participan en la manifestación nacional del 20 de noviembre. © Annick Donkers
  • © Annick Donkers Para la manifestación nacional del 20 de noviembre se hizo un llamado a vestirse de negro como símbolo de duelo nacional. © Annick Donkers
  • © Annick Donkers Estudiantes se reunen en la Plaza de 3 Culturas en el sector Tlatelolco. La Plaza es uno de los 3 puntos de partida de la manifestación nacional del 20 de noviembre. Tlatelolco tiene un sentido simbólico para los Mexicanos: el 2 de octubre de 1968 una protesta estudiantil ha sido reprimida con una violencia brutal, con un número muy elevado de muertes. © Annick Donkers
  • © Annick Donkers La gente acudió masivamente a la manifestación del 20 de noviembre, de todas las capas de la sociedad. La marcha se realizó pacificamente, aunque hubo incidentes entre un pequeño grupo de manifestantes y la policía anti-motin. © Annick Donkers
  • © Annick Donkers 'El gobierno fracasó', opina el pueblo. Exige la destitución del presidente Enrique Peña Nieto. Peña Nieto se instaló como presidente el 1 de diciembre de 2012, después de unas elecciones muy discutidas. © Annick Donkers
  • © Annick Donkers Los nombres de las calles son transformados en 'Calle Estudiantes'. © Annick Donkers
  • © Annick Donkers Estudiantes de las areas rurales también vienen al DF para marchar en la manifestación. © Annick Donkers
  • © Annick Donkers Mario González García es uno de los estudiantes que ha sido arrestado y encarcelado el año pasado cuando estaba yendose a una manifestación. © Annick Donkers
  • © Annick Donkers Algunas personas de la manifestación del 20 de noviembre. 'Callarnos nunca más'. © Annick Donkers
  • © Annick Donkers Protestas frente al Reclusorio Norte, donde colegas estudiantes y profesores de Bryan Reyes Rodríguez y Jacqueline Santana López se han reunido. Están organizando una audiencia para exigir la libertad de los 2 estudiantes que son falsamente acusados de robo. Bryan y Jacqueline siguen presos. © Annick Donkers
  • © Annick Donkers Protestas frente al Reclusorio Norte, donde colegas estudiantes y profesores de Bryan Reyes Rodríguez y Jacqueline Santana López se han reunido. Están organizando una audiencia para exigir la libertad de los 2 estudiantes que son falsamente acusados de robo. Bryan y Jacqueline siguen presos. © Annick Donkers
  • © Annick Donkers Grafiti con la insignia de un grupo anarquista. Tienen como objetivo tumbar al gobierno y al capitalismo, si hace falta lo harían hasta con violencia. © Annick Donkers
  • © Annick Donkers Participantes en la manifestación del 20 de noviembre. © Annick Donkers
  • © Annick Donkers Estudiantes de la Universidad Estatal UNAM organizan 'Luces por la Paz'. Quieren manifestarse de manera pacífica porque no creen en la violencia como solución de conflictos. © Annick Donkers
  • © Annick Donkers Estudiantes de la Universidad Estatal UNAM organizan 'Luces por la Paz'. Quieren manifestarse de manera pacífica porque no creen en la violencia como solución de conflictos. © Annick Donkers

Según la Fiscalía General del Estado de Guerrero, los estudiantes de la Escuela Normal Rural “Isidro Burgos” tomaron por la fuerza tres autobuses en una central camionera de Iguala, en el Estado de Guerrero, luego de pedir apoyo económico en las calles de la ciudad para poder asistir a la marcha del 2 de octubre, día en que miles de estudiantes se unen en la Ciudad de México para recordar la masacre estudiantil de Tlatelolco, en 1968. Al poco tiempo de abordar los vehículos, policías municipales les dieron alcance y dispararon sin mediar una sola palabra. Las ráfagas mataron a Daniel Solís Gallardo, Julio César Ramírez Nava y Julio César Mondragón. Mientras tanto, un grupo armado -de la célula delictiva “Guerreros Unidos”- atacó un autobús del equipo “Avispones de Chilpancingo” de Tercera División, así como un taxi, lo que provocó el fallecimiento de otras tres personas: el conductor del camión, el jugador de 15 años David Josué García y una mujer que viajaba en el taxi.

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La foto muestra uno de los 43 estudiantes desaparecidos, en el Zócalo de Mexico DF. Esta foto forma parte del proyecto artístico InsideOut del artista Francés JR.

Posteriormente, los sobrevivientes fueron bajados de los vehículos, trasportados en patrullas y presentados en el Ministerio Público local, para después ser entregados por la policía a narcotraficantes del grupo “Guerreros Unidos”.

Los hechos ocurrieron en presencia de la policía local y federal, así como de las fuerzas militares, en particular, del batallón de infantería 27 y el tercer batallón, una unidad de fuerzas especiales a cargo de las tareas de inteligencia.  

Posteriormente, los sobrevivientes fueron bajados de los vehículos, trasportados en patrullas y presentados en el Ministerio Público local, para después ser entregados por la policía a narcotraficantes del grupo “Guerreros Unidos”.

Ya en la madrugada, cerca de 50 jóvenes y maestros de la Escuela Normal denunciaban en el lugar de los hechos el asesinato y la desaparición de sus compañeros, cuando fueron agredidos por un nuevo ataque directo, donde nuevamente fueron blanco de disparos desde vehículos en movimiento.  Al refugiarse en la ciudad, los estudiantes lograron acercarse a militares que patrullaban la zona, quienes según el testimonio de Omar García, sobreviviente de la masacre, les dijeron: ‘Cállense, cállense. Ustedes se lo buscaron, querían ponerse con hombrecitos, pues ahora éntrenle y aguántense’. Luego, los militares les tomaron fotos y los dejaron en la calle, expuestos a ser asesinados.    

Hasta la fecha son 36 las personas detenidas. De ellas, 26 son policías municipales, mientras cuatro son presuntos integrantes del grupo “Guerreros Unidos”, además de cuatro personas sobre las cuales no se ha determinado su relación con los hechos. El 4 de noviembre también fueron capturados el alcalde de Iguala, José Luis Abarca, y su esposa, María de los Ángeles Pineda, quienes estaban prófugos y a  quienes las investigaciones atribuyen ordenar el secuestro y posible asesinato de los estudiantes.

A más de dos meses, no se ha podido determinar el paradero de los estudiantes. Por otro lado, en la búsqueda, se han encontrado por lo menos 20 fosas clandestinas y más de cien cuerpos sin identificar. ¿A quién pertenecen? El caso de los estudiantes ha puesto la mirada internacional en una realidad catastrófica que había permanecido invisible: en México, la vida no vale nada.

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Uno de los tantos grupos de estudiantes que participan en la manifestación nacional del 20 de noviembre.

El gobierno ante la crisis

Ante la emergencia nacional el gobierno ha tenido que pronunciarse. El Presidente de México, Enrique Peña Nieto,  presentó el pasado 27 de noviembre 10 medidas para mejorar la seguridad, la justicia y el Estado de Derecho. Entre ellas destacan reformas penales para combatir la impunidad, la formación de policías locales únicas -actualmente hay tres niveles policiacos: Local, Estatal y Federal-, la unificación de teléfonos de emergencia y los registros de identidad, la disolución de un gobierno local cuando existan indicios suficientes de que la autoridad local está involucrada con la delincuencia organizada y medidas para el registro y seguimiento de las víctimas.

Este doble discurso es una de las crisis de credibilidad interna que ha tenido que solventar el gobierno, a la par que las protestas se incrementan.

Este mensaje debe contrastarse con el del 21 de noviembre, en que el presidente Enrique Peña Nieto declaró que no permitiría actos vandálicos que atenten contra el Estado de Derecho, en gran medida por una protesta del día anterior, en donde de miles de manifestantes prendieron fuego en la explanada principal a un muñeco con el rostro del mandatario, para que luego un grupo incendiara la puerta del Palacio Nacional. En esa protesta, fueron  detenidos 11 estudiantes en las inmediaciones del lugar, quienes fueron remitidos a penales de alta seguridad en Veracruz y Nayarit. Se les acusaba de los delitos de tentativa de homicidio, motín y asociación delictuosa, pero fueron liberados el pasado sábado 29 de noviembre por falta de pruebas. Sin embargo, cuatro de ellos -José Manuel Morales Ruíz, Miguel Ángel Lara Mosso, Samantha Irais Buendía Hernández y Alejandro Cabrera Ávila- siguen siendo acusados de participar en los disturbios y seguirán su proceso jurídico en libertad. 

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Para la manifestación nacional del 20 de noviembre se hizo un llamado a vestirse de negro como símbolo de duelo nacional.

Este doble discurso es una de las crisis de credibilidad interna que ha tenido que solventar el gobierno, a la par que las protestas se incrementan. Al exterior también atraviesa por una crisis aguda: en Febrero de este año, en la portada de la revista “Time” aparecía el presidente Enrique Peña Nieto como “mandatario del año” por ‘las reformas estructurales que impulsó, que han cambiado la narrativa en su nación manchada por el narco’. Hoy periódicos como The Economist, The New York Times y The Guardian, que antes elogiaban el “momento mexicano” pasan ahora a la narrativa del fracaso: el centro de la crítica ha sido que México ha centrado su gestión en el potencial económico, pero ha ignorado los terribles niveles de violencia que vive su población.

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Estudiantes se reunen en la Plaza de 3 Culturas en el sector Tlatelolco. La Plaza es uno de los 3 puntos de partida de la manifestación nacional del 20 de noviembre. Tlatelolco tiene un sentido simbólico para los Mexicanos: el 2 de octubre de 1968 una protesta estudiantil ha sido reprimida con una violencia brutal, con un número muy elevado de muertes.

El centro de la crítica ha sido que México ha centrado su gestión en el potencial económico, pero ha ignorado los terribles niveles de violencia que vive su población.

Finalmente, una crisis de corrupción que no ha terminado de superarse es la de la llamada “Casa Blanca”, un escándalo que ha golpeado duramente al Presidente. Se trata de la posesión de una casa valuada en más de 7 millones de dólares, supuestamente otorgada por la empresa de televisión TELEVISA a la primera dama, Angélica Rivera, que antes se desempeñara como actriz, por concepto de “contrato de exclusividad”. Ante la presión pública, la primera dama ha tenido que vender la propiedad. Al ser la empresa TELEVISA beneficiada por la reciente reforma estructural en Telecomunicaciones, ha sido difícil desligar esa propiedad de un acuerdo privado para la modificación de la legislación en favor de los intereses de la televisora. 

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‘El gobierno fracasó’, opina el pueblo. Exige la destitución del presidente Enrique Peña Nieto. Peña Nieto se instaló como presidente el 1 de diciembre de 2012, después de unas elecciones muy discutidas.

Detenciones arbitrarias y violencia policiaca

‘El anarquismo supone una relación horizontal, no puede haber líderes, pero los medios y el gobierno los crean porque quieren castigar ciertas ideologías y creen que dependemos de alguien, pero nosotros no tenemos líderes.’

Las detenciones arbitrarias de jóvenes han sido la ley no escrita del actual gobierno. Un caso emblemático ha sido el de Mario González García, un joven de 23 años, quien fue detenido el 2 de Octubre de 2013 mientras se dirigía a una manifestación. Fue condenado a 5 años 9 meses de cárcel por los delitos de “ataque a la paz pública” y “ultrajes a la autoridad”. Mario González realizó dos huelgas de hambre en la cárcel -una de 56 días- y el pasado 30 de octubre fue decretada su libertad por sentencia absolutoria, es decir, reconociendo que los delitos imputados no pudieron ser comprobados. Mario se asume como anarquista y atribuye su caso a la criminalización de la protesta: ‘El hecho de que estuviera en la cárcel era un acto ejemplar, para atemorizar a otros jóvenes’. Incluso en libertad continúa el hostigamiento contra él: medios de comunicación oficialistas lo han señalado como uno de los “líderes anarquistas más peligrosos”, acusación que a Mario González le parece absurda por definición. ‘El anarquismo supone una relación horizontal, no puede haber líderes, pero los medios y el gobierno los crean porque quieren castigar ciertas ideologías y creen que dependemos de alguien, pero nosotros no tenemos líderes’. Mas allá de su ideología, Mário González fue acusado de delitos que no cometió y privado de su libertad sin fundamento jurídico.

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Mario González García es uno de los estudiantes que ha sido arrestado y encarcelado el año pasado cuando estaba yendose a una manifestación.

El 14 de noviembre, policías vestidos de civil obligaron a los activistas Bryan Reyes Rodriguez y a Jacqueline Santana a subir a un vehículo sin placas, en la Ciudad de México. Mientras les amenazaban y conducían a un destino desconocido, los jóvenes gritaron y lograron llamar la atención de la policía local, que se acercó a revisar el vehículo. Fue entonces que los sujetos se identificaron como miembros de la Dirección de Inteligencia de la Policía Federal, y explicaron que la detención se debía a que los jóvenes ‘acababan de robar dinero a una policía federal, amenazándola con un arma blanca’. Aún sin determinar la verdad de las acusaciones, Bryan fue consignado al Reclusorio Norte -había sido acusado también el 1 de Diciembre de 2012 de participar en disturbios por la toma de posesión de Enrique Peña Nieto como presidente, para ser liberado un mes después- y Jacqueline al penal femenil de Santa Martha, ambos en la Ciudad de México.

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Protestas frente al Reclusorio Norte, donde colegas estudiantes y profesores de Bryan Reyes Rodríguez y Jacqueline Santana López se han reunido. Están organizando una audiencia para exigir la libertad de los 2 estudiantes que son falsamente acusados de robo. Bryan y Jacqueline siguen presos.

El 28 de Noviembre, el Ejército entró a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de Torreón, Coahuila, para interrogar y sacar fotografías de alumnos.

Otros hechos graves de éste tipo han ocurrido a lo largo del mes de noviembre. El pasado sábado 15 de noviembre, en un enfrentamiento entre la policía de la Procuraduría General de Justicia (PGJ) y un grupo de jóvenes en las inmediaciones de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM -la universidad pública más grande del país- un estudiante recibió un disparo en la pierna y un perro resultó herido, en un operativo en que supuestamente se investigaba un celular robado, pero que ha causado conmoción en la población universitaria, por el hecho de la violencia ejercida dentro del campus. El 28 de Noviembre, el Ejército entró a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de Torreón, Coahuila, para interrogar y sacar fotografías de alumnos. Ese mismo día, un joven poeta y activista, Sandino Bucio Dovalí, fue privado de su libertad por policías vestidos de civil que portaban armas de alto calibre. Fue golpeado, amenazado, torturado y se le obligó a revelar sus cuentas de redes sociales. Ese mismo día fue liberado, luego de declarar contra los policías que lo detuvieron, quienes fueron cesados. Tampoco hubo cargos que se le pudieran imputar.

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Participantes en la manifestación del 20 de noviembre.

Una crisis, posturas diversas

La crisis política atraviesa a todos los sectores, pero es asumida de diferentes maneras. Mientras que en el sector juvenil -incluso llegando al ámbito artístico y deportivo- las protestas se expanden, para otra franja de la población, como es el caso de María Juárez Ortíz -empresaria radicada en Chilpancingo, en el Estado de Guerrero- hay límites: ‘una cosa es lo que les pasó a los “ayotzinapos” -nombre despectivo para los estudiantes desaparecidos, al estar su escuela asentada en Ayotzinapa- y otra cosa es justificar a vándalos. Ellos siempre toman camiones y provocan el caos robando establecimientos, y para los comercios que afectan no hay justicia’. El testimonio de María es representativo de la opinión pública, en especial en Guerrero, que siempre ha visto con recelo a los estudiantes, aunque siempre con un aire de clasismo, pues en las Escuelas como la de Ayotzinapa se educan generalmente jóvenes de bajos recursos que desean convertirse en maestros rurales. Para ella, ‘no deseo que los hubieran matado, nada de eso, pero si andaban en malos pasos, y por eso les ocurren estas cosas’.

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Estudiantes de la Universidad Estatal UNAM organizan ‘Luces por la Paz’. Quieren manifestarse de manera pacífica porque no creen en la violencia como solución de conflictos.

Las fiestas de fin de año parecen la situación perfecta para que los ríos sociales se calmen, así sea por unos días.

Marianela Ávila es mexicana, pero vive desde hace 11 años en Bélgica, donde trabaja para la Universidad Católica de Lovaina. Para ella, lo que pasa en México ‘es terrible. Siempre han existido problemas de inseguridad, pero realmente ahora las cosas están muy mal’. Las recientes noticias le consternan. Ha  sido parte de la organización de un grupo de mexicanos en Bélgica, y comparte el sentir dolido de esa comunidad, ya adaptada a Bélgica. Se pregunta en voz alta: ‘¿Que le espera a un gobierno que ataca a sus jóvenes?’. Aunque extraña México, por ahora no regresaría. ‘Me preocupa la inseguridad. Quiero darle un futuro tranquilo a mi hijo, que aunque es nativo de Bélgica, se interesa mucho por lo que pasa en México. Mi esposo -también nativo de Bélgica- vivió allá y me ha preguntado si vamos para visitar, y yo le contesto que ahora no, que no tenemos para que ir en esta situación, aunque extraño mucho todo’.

Las fiestas de fin de año parecen la situación perfecta para que los ríos sociales se calmen, así sea por unos días. Sin embargo, las acciones populares y gubernamentales de inicio de diciembre serán un buen termómetro para conocer la profundidad de la crisis. En cualquier caso, las calles siguen repletas y la figura presidencial se debilita. Y la violencia sigue ahí. Habrá que entender que aunque la violencia no es la respuesta, sin duda es la gran pregunta. ¿Que hacer para obtener justicia en medio de un clima de violencia como el que viven los mexicanos? Lo que enseña la actualidad es que no hay respuestas fáciles.

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