Sustentable en el papel

En las plantaciones de papel de Bahía, Brasil

Organizaciones no gubernamentales, autoridades municipales y editoriales pasan al papel certificado FSC. Para el consumidor común, además de papel de fotocopiadora o impresora también existen pañuelos de papel y incluso papel de pared con el logotipo popular de FSC. Para investigar si la imagen verde de todo este papel realmente está justificada, MO* salió a explorar las plantaciones de eucalipto en del estado brasileño de Bahía.

Los protagonistas

FSC, Forest Stewardship Council surgió en 1993 para proteger los bosques y  selvas del mundo. Ahora, FSC es el sistema de calificación de más rápido crecimiento en gestión forestal responsable. El contador se sitúa en 135 millones de hectáreas en más de ochenta países. FSC tiene este éxito gracias a su constitución única: empresas, organizaciones sociales y movimientos ambientales toman las decisiones importantes de manera conjunta. Los diez principios y requisitos determinan las medidas para la certificación.

SGS Qualifor, una empresa de certificación, que encomendada por FSC, investiga las aplicaciones para la certificación y determina si se aprueba o no.

Veracel, una empresa de pulpa de papel, Joint Venture del Stora Enso sueco-finlandés y Fibria brasileña. Veracel administra 96.000 hectáreas de eucalipto, para una producción anual de un millón de toneladas de celulosa (componente de la madera). La pulpa, de la cual se hace el papel de baño, pañuelos y revistas brillantes, está en un 98 por ciento destinada a la exportación. La llegada de Veracel fue anunciada como un proyecto que iba a crear empleo y a desarrollar la región. Por ello, la empresa contó con atractivos préstamos  del Banco de Desarrollo Brasileño y del Banco de Inversiones Europeo, quienes de manera conjunta, financiaron aproximadamente la mitad de los 1,25 billones de dolares de inversiones. Hoy en día, las 96.000 hectáreas de plantaciones de eucalipto de Veracel dan empleo a 2600 personas. Esto implica más o menos un empleado por cada 37 hectáreas. El cultivo de papaya, por el cual la región era anteriormente conocida, creaba un empleo por hectárea. En las plantaciones de café esta relación es de un empleado por cada tres hectáreas.

ASI, una empresa que en nombre de FSC inspecciona los certificadores como SGS Qualifor.

CEPEDES, una ONG local y un centro de investigación del Sur de Bahía, centrada en la expansión de eucalipto y la protección de la Selva Atlántica en la región.

IBAMA, el Instituto Brasileño del Medio Ambiente.

 

Una infinita fila de troncos pasa rápidamente a travéz de nuestra ventana del coche. En el extremo sur del estado brasileño Bahía, las plantaciones de eucalipto nunca están muy lejos. De vez en cuando vemos restos de la Mata Atlántica, la selva atlántica majestuosa, que anteriormente cubría la región y de la cual solamente resta cuatro por ciento. Las empresas de tala y los aserraderos han vivido un período de florecimiento en esta zona. Después del desmonte, la región obtuvo un nuevo impulso: el eucalipto, el nuevo oro verde. Las plantaciones que pasamos, son todas propiedad de Veracel.

David Fernandes, el responsable de la industria forestal de Veracel, nos guía sobre los caminos de arena por medio de un laberinto enorme de plantaciones de eucalipto. El coche se para en una subida con vistas al orgullo de la empresa: el paisaje mosaico. Fernandes habla entusiasmado sobre la armonía entre el eucalipto en los altiplanos y las partes de selva en las pendientes empinadas y orillas de los ríos. ‘Veracel posee aproximadamente 200.000 hectáreas de tierra. La mitad está predeterminada para la explotación de eucalipto, la otra mitad es selva protegida. El contacto entre ambos es muy enriquecedor. Es importante para la salud del eucalipto, y la selva forma un corredor ideal para que los animales se desplacen.’

Un poco más adelante, el verde se cambia bruscamente por un descampado, donde hace poco talaron toda la vegetación, después sigue nuevamente una franja donde nuevos eucaliptos crecen para un nuevo ciclo de producción. Conducimos entre dos paredes enormes de troncos amontados. Grandes máquinas, que parecen depredadores prehistóricos mecanizados, cortan los árboles de eucalipto maduros a un ritmo infernal. En apenas 25 segundos talan el árbol, lo descortezan, lo cortan en cinco partes y lo amontan. Fernandes: ‘Por hectárea plantamos 833 árboles. En el curso de siete años alcanzan treinta metros de longitud y están listos para ser recolectados.’ El clima de Bahía tiene una productividad más alta que otras partes del mundo. Durante el primer año dispersamos por hectárea nueve litros de glifosato. Es es una herbicida de Monsanto, más conocido como Round Up. Es un producto perfectamente seguro, no hay nada malo en ello.’ También según FSC, el uso de esta herbicida no impide el paso hacia la sostenibilidad. Lo que David Fernandes no cuenta, es que Veracel ‘usa enormes cantidades de un producto químico que se encuentra en la lista prohibida de FSC’, según el informe de control de ASI sobre la certificación de Veracel. La empresa fumiga las plantaciones arrasadas por ataques de hormigas con Sulfluramida. La empresa pidió una medida excepcional a FSC y la obtuvo en el 2008.

El uso de pesticidas químicos por Veracel también debía estar limitado por medio del IBAMA, el Instituto Brasileño del Medio Ambiente. En lugares destinados para la regeneración de la selva, la empresa ha usado pesticidas, debido a los cuales una gran cantidad de árboles endémicos fue destruida. Por eso, Veracel recibió una sanción del IBAMA de 400.000 reales (160.000 euros) por parte de IBAMA. Además de ésta, la empresa también recibió otras multas por la tala de los bosques, la no-recuperación de la selva y la siembra de eucaliptos al lado de los parques naturales – todas ellas son violaciones de la ley. ‘Veracel siempre apela en Brasilia’, dice Cleide Guirro, cabeza de IBAMA en Eunápolis, el municipio donde se encuentran las plantaciones. A la agencia le faltan manos para controlar todas las acusaciones contra Veracel. ‘Tenemos seis inspectores para una área que está cuatro veces más grande que Bélgica y el eucalipto, solamente es uno de los problemas que tenemos que tratar.’

Papel ilegal

El primer requisito para obtener el sello de FSC es que la empresa respeta las leyes del país. Según SGS Qualifor, Veracel cumple con este principio, pero João Alves da Silva, fiscal de Eunápolis, no está de acuerdo con esto. Dice que ‘Veracel transgrede las legislaciones laborales, ambientales y criminales’. El tribunal laboral de Eunápolis tramitó durante los últimos años más de 850 procesos contra Veracel y sus subcontratas. Alves da Silva coge un montón de expedientes. ’ El Ministerio Público tiene pruebas de crímenes ambientales, blanqueo de dinero, evasión de impuestos y corrupción. Tenemos el testimonio de un consejero municipal que fue sobornado por Veracel para convencer a sus colegas de que votaran leyes favorables.’

En 2008, Veracel fue condenada por el tribunal federal en relación la tala de bosques de la selva atlántica, a abonar una multa de veinte millones de reales (ocho millones de euros). Durante el proceso salió a la luz que Veracel no tenía un válido estudio de impacto ambiental de sus plantaciones de eucalipto. Por ello, el juez dictaminó que las licencias para las plantaciones de 96.000 hectáreas eran ilegales. ‘El consumidor que compra la celulosa de Veracel debe comprender que compra un producto ilegal y que el sello de sostenibilidad no concuerda con la realidad’, advierte João Alves da Silva. Veracel apeló mientras trabajaba en dicho estudio. ‘No nos queremos meter en un proceso jurídico’, reacciona Rosemary Vianna de SGS Qualifor. ‘Mientras no haya un veredicto definitivo del juez, seguimos este caso en nuestras auditorias.’ La primera acusación fue presentada hace diecisiete años.

Según el fiscal se puede hablar de una mezcla de intereses. ‘El certificador está pagado por la empresa que está certificada. Esa relación de dependencia genera un gran problema. SGS camufla las violaciones de Veracel. Informaré a FSC de la situación de abusado por parte de SGS y Veracel. Entonces, veré si toman responsabilidades.’

Protesta indígena

El tercero de los diez principios, que las empresas deben cumplir para obtener el sello FSC, es el respeto de los derechos de los pueblos indígenas. Eliane Anjos, responsable de sostenibilidad de Veracel nos asegura que Veracel mantiene una buena relación con todas las comunidades en la región. Biribiri, un líder de Coroa Vermelha, una comunidad indígena Pataxó, lo confirma. ‘El gobierno nos deja colgados, pero afortunadamente Veracel patrocina nuestros proyectos de educación y salud.’ El pueblo indígena se encuentra en medio del corazón turístico de Bahía, en donde los portugueses por primera vez pusieron pie en suelo brasileño. Mientras tanto, Coroa Vermelha por sí misma se volvió una atracción turística y la reserva local Jaqueira está abierta a sus visitantes. No obstante, Coroa Vermelha es una excepción y no la regla. En la región del eucalipto de Veracel solamente cuatro de las diecinueve comunidades Pataxó y Tupinambá tienen su propio territorio. Los habitantes de Guaxuma, un pueblo indígena al lado de la carretera BR-101, esperan desde hace más que diez años por el reconocimiento de su terreno. El territorio que ellos reclaman, llega más allá de las plantaciones que cada vez más cercanas. Desde hace algunos años están completamente rodeados por eucaliptos. Kuhupyxa – podemos llamarle Antonio- cuenta que hace diez años su comunidad todavía iba a cazar en la selva, donde hoy hay eucalipto. ‘Han estado talando día y noche y con sus grandes tractores lo han arrasado todo. Pero lamentablemente no tenemos pruebas.’ Nos lleva a la valla que cerca su casa. ‘Hasta aquí Veracel querría plantar eucalipto. Ni a diez metros de mi puerta. Empezaron a rociar todo con veneno, mientras los niños estaban jugando afuera. Los hemos ahuyentado con arco y flecha. No tienen ni pizca de respeto hacia nosotros.’

Takwahy, el hijo de Kuhupyxa, es padre de dos niños. Su sonrisa esconde mucha impotencia. ‘Todos los ríos y fuentes de alrededor se están secando, porque el eucalipto necesita mucha agua. Y cuando llueve, el veneno que usan en las plantaciones fluye por los ríos – el agua que tomamos y en la que nos bañamos. Desde hace dos años tenemos en el pueblo un tanque de agua, porque ya no confiamos en el agua del río.’ SGS Qualifor estaba enterado de la acusación de Guaxuma, pero nadie vino allí para verlo. ‘Vistos los productos y las dosis usadas, la contaminación del agua es muy improbable’, el reporte de SGS archiva el caso.

Llevado a la plantación

El centro de investigación CEPEDES en Eunápolis posee imágenes de video en las cuales Veracel, por aquel entonces Veracruz, en los años noventa limpiaba la selva con tractores y cadenas. Para ellos está más que claro que la empresa no merece el sello de sustentabilidad. ‘Junto con unas cuarenta ONGs, sindicatos, movimientos ambientales y comunidades indígenas mandamos una carta para informar a FSC del impacto negativo de Veracel’, dice Ivonete Gonçalves de CEPEDES. Una condición fundamental para el reconocimiento como plantación sustentable es que una plantación no puede estar localizada en lugares donde recientemente todavía hubo bosque o selva. ‘Si un pedazo de selva fue transformado después del año 1994 – cuando ya se conocían los principios de FSC- una plantación en este lugar nunca podria ser evaluada para el sello FSC’, confirma Bart Holvoet, director de la sección belga de FSC.

Sin embargo, leemos en los informes de la auditoria de SGS Qualifor que Veracel ha talado selva después de 1994 y que ha plantado eucalipto allí. ‘Pero esa transformación ocurrió antes de obtener la certificación’, reacciona Rosemary Vianna de SGS Qualifor. ‘Y además, el eucalipto allí ya fue recolectado y se empezó con la recuperación del medio ambiente. Entonces no veo por qué el sello debe de ser cuestionado.’

Ciertas personas implicadas no fueron escuchadas durante las primeras auditorias del proceso de certificación de Veracel, por lo que se sucedió una nueva oleada de críticas. Esta vez en contra de la empresa de certificación SGS Qualifor. FSC realizó una auditoria extraordinaria y mandó a un equipo de ASI, una empresa que inspecciona a los certificadores para FSC. Durante la visita también se había programado una cita con CEPEDES. ‘Eramos bastante optimista’, dice el colaborador Winfridus Overbeek, quien pensaba que ASI iba a llevar las acusaciones. ‘Pero dos semanas antes de la cita, supimos que el trato estaba hecho. Veracel ya obtuvo el sello.’ La cita programada ya no tenía mucho sentido, opinó la organización. CEPEDES ya tenía experiencia con otras dos certificaciones de FSC controvertidas en la región y ha perdido toda la fe en el sello. Ivonete Gonçalves habla sin rodeos: ‘Este sello sirve para engañar a la gente en el norte. El sello de FSC solamente existe en el papel, no en el terreno.’

En un informe destructivo, el equipo de control de ASI arrasa con el trabajo de SGS Qualifor. SGS Qualifor siguió las directivas de FSC de manera insuficiente, tomó muy poco tiempo para una auditoria profunda y además dio por válidas a menudo las cifras y estudios de Veracel sin hacer una investigación de campo. El informe indica que ASI no hubiera dado el sello. Pero la tarea de ASI se limita a controlar al certificador, la retirada del sello solamente la puede hacer SGS Qualifor.

‘Nadie come eucalipto’

En un día lluvioso encontramos a un grupo de hombres y mujeres de MLT, un pequeño movimiento de campesinos sin tierra, quienes se lanzan encima de los árboles jóvenes de eucalipto con sus machetes. Rose Lemos nos explica: ‘Esta tierra es terra devoluta, es propiedad del estado y en primera instancia destinada a reforma agraria. Veracel no tiene el derecho de plantar aquí.’ Organizaciones sociales aseguran que Veracel sembró eucalipto en unas 30.000 hectáreas de tierra del gobierno. MLT todavía espera el veredicto del juez sobre este pedazo de devoluta. ‘Nosotros queremos producir de nuevo cultivos alimentarios, porque el pueblo no come eucalipto. Esta región está capacitada para exportar alimentos en vez de dener que importarlos.’ Un poco más adelante, MLT ya ha sembrado mandioca, frijol, maíz, calabaza y otros cultivos. Las 65 familias que viven bajo lonas de plástico, sueñan con un día poder abastecer a la ciudad, porque ahora casi todos los alimentos vienen de los otros estados.

Para Veracel, las acciones de los movimientos de campesinos sin tierra son actos de vandalismo, que desde 2009 han costado cinco millones de reales (dos millones de euros). ‘Muchos se juntan con esos movimientos porque persiguen la propiedad de la tierra, lo cual no necesariamente significa que también quierian trabajar la tierra’, dice Sergio Alipio, el director de Veracel. ‘Esta región está predeterminada para producir biomasa, como el eucalipto. Aquí no hay tradición de agricultura familiar.’ Con esto, la cuestión de los campesinos sin tierra queda archivada.

Idalberto José Lima no está de acuerdo con eso. Él vive en el arcén de la BR-101, en una choza tambaleante. En un pedazo de tierra del tamaño de una sábana siembra mandioca ‘para sobrevivir’, lo dice apoyándose en su azadón. El tráfico pesado de camiones casi hace imposible una conversación. ‘Veracel ya ha comprado la tierra agrícola, ya no sobra nada.’ Pero él no se queja, porque ‘hay gente que está peor. Buscan trabajo en el campo, pero ya no hay porque solamente hay eucalipto.’

Muchos campesinos vendieron su propiedad a Veracel. ‘Donde antes había fazendas productivas (haciendas, lb/akl), solamente hay eucalipto. La gente que vivía en el campo, se mudó a la ciudad’, dice Roberto Conceição Santana, cabeza del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, el IBGE en Eunápolis. Veracel lo contradice con sus propias cifras: ‘En el momento de la compra, 1197 personas estaban trabajando en las 212.649 hectáreas que compramos’, dice Débora Jorge, responsable de comunicación de Veracel.

La ciudad Eunápolis cuenta con 85.000 habitantes. Hay muchos negocios nuevos y florecientes, que deben su éxito a la presencia de Veracel, pero al mismo tiempo aumentó el narcotráfico. Aquí, chicos de apenas doce años van armados en sus bicicletas por la ciudad, en búsqueda de un celular u otra cosa de valor. En la periferia de una favela, Roberto Joaquina dos Santos, habitante del meollo de la ciudad, cuenta cómo todo ha cambiado: ‘La gente que se vino a vivir aquí, solo conoció la cultura de siembra y cosecha. No estaban preparados para la vida en la ciudad. Los barrios bajos crecieron y trajeron crack y mucha violencia a la ciudad.’

¿Sostenibilidad sin fronteras?

Si los accionistas dan luz verde, Veracel aumentará la producción de su fábrica de pulpa de 1 millón  de toneladas a 2,7 millones de toneladas. Para eso se necesita una expansión de 92.000 hectáreas de eucalipto. Las peticiones ambientales para las licencias ya han sido presentadas. Según ASI, a Veracel le falta todavía mucho para obtener el sello de FSC para esta expansión. Pero es SGS Qualifor quien tiene la última palabra. En todo caso, el director Sergio Alipio está optimista: ‘Mientras cumplamos con todos los principios y requisitos de FSC, como siempre hemos hecho, entonces sería más que normal que las nuevas plantaciones obtuvieran su certificación.’

Los conflictos sociales y ecológicos, la cuestión indígena, los problemas de la seguridad alimentaria, la huída del campo y la reducción de tierra agrícola están reforzados por la expansión del eucalipto, escribe IMA, el Instituto de Medio Ambiente de Bahía, en un informe de finales del 2008. IMA espera además que los conflictos se aumenten con la llegada de BahiaBio, un proyecto que confiere 300.00 hectáreas de caña y 64.000 hectáreas de palma africana para la producción de biocombustibles en la región. ‘Se necesita urgentemente una visión integrada’, concluye el informe gubernamental.

“Plantaciones sustentables” bajo crítica verde

El hecho de que grandes plantaciones de bosque obtengan el certificado de FSC sustentable, no solamente provoca controversia en Brasil. Organizaciones no gubernamentales como Timberwatch Coalition, Red Latinoamericana contra los Monocultivos de Arboles, FSC-watch y Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales ejercen durante años – en balde- presión sobre FSC para parar la certificación de monocultivos a grande escala. Wally Menne de Timberwatch Coalition habla desde el contexto sudafricano. Allí más del ochenta por ciento de las plantaciones de árboles destinados a la explotación industrial lleva el sello FSC. ‘Las plantaciones de árboles de rápido crecimiento aumentan la presión sobre la vegetación natural y la tierra agrícola de gran valor. Causan desastres sociales y trastornan las economías locales. FSC debe darse cuenta de que las plantaciones de árboles de uso industrial a grande escala de ninguna manera pueden ser certificadas como gestión forestal responsable.’

Gran parte de las acusaciones contra FSC proviene de países en donde se expanden rápidamente las plantaciones de bosque, como Brasil, Ecuador, Tailandia y Sud-África. Bart Holvoet, director de FSC Bélgica, reduce estos problemas a enfermedades infantiles y dolores de crecimiento de la organización. Holvoet: ‘Las plantaciones se volverán aún más importantes para nuestro suministro de fibra. Hoy en día cuenta con la mitad del consumo de madera y papel. Aunque en el futuro quizás menos plantaciones serán consideradas para la obtención del sello de FSC, si se siguen existiendo dando prácticas problemáticas.’ Los críticos, sin embargo, piensan que la certificación de plantaciones de árboles es fundamentalmente irreconciliable con los otros nueve otros principios para la gestión forestal sustentable que FSC reconoce.

Organizaciones alemanas y suecas se van de FSC

La crítica, también, viene cada vez más de las organizaciones ambientales que son miembros de FSC. El año pasado, la organización alemana Robin Wood se fue de FSC International después de haber sido miembro por doce años. ‘No queremos tener más responsabilidad en el hecho de que los monocultivos industriales obtengan una imagen verde gracias a FSC’, declara Peter Gerhardt de Robin Wood. Gerhardt se refiere, entre otros, al uso de plaguicidas químicas y fertilizantes artificiales en las plantaciones de árboles certificados por FSC. También Jutta Kill de Fern, una ONG que desde 1995 es miembro de FSC está descontenta: ‘Esperamos un cambio desde hace mucho, pero no vemos ningún resultado. La situación es tan grave que nuestro apoyo a FSC está cuestionado por nuestros socios en el sur. Pasa a menudo que las malas compañías abusan del imagen verde de FSC para minar la protesta local. En lo que se refiere al papel, FSC difícilmente puede dar garantía a lo que promete.’

Los problemas no solamente se limitan a las plantaciones de árboles industriales y tampoco a las regiones sin leyes del tercer mundo. En el informe Cutting the Edge, SSNC, la principal organización ambiental sueca que hace quince años contribuyó al nacimiento del sello FSC, denuncia la situación alarmante de los bosques del Ártico en Suecia. Según la organización, los tres principales administradores forestales de Suecia amenazan la supervivencia de los bosques y su biodiversidad. Aún así, los tres tienen un sello de FSC. Uno de estos administradores, SCA, tuvo un toque de atención de FSC por la tala de bosques con alto valor de protección, en los que no respetaron los árboles de 250 a 300 años de edad. En una región de tan solo cuarenta hectáreas, SSCN documentaba más que 300 infracciones graves con fotografías y coordenadas. SCA no respeta ni las leyes forestales suecas, ni sus propias normas, ni los principios de FSC. No obstante, su sello de FSC fue simplemente ampliado en 2008.

En junio del 2010, SSNC decidió dejar FSC Suecia. Jonas Rudberg, experto forestal de SSNC: ‘Durante años hicimos lo posible para mejorar FSC Suecia. Pero el estándar sigue todavía muy débil y los requisitos están pisoteados. Y cuando anunciamos una infracción, las sanciones para las empresas son demasiado ligeras para tener un impacto real.’

FSC lanzó en febrero del 2010 una revisión de los principios y estándares de FSC para el contexto sueco. Estos entran en vigor en  junio del 2010. El hecho de que las empresas forestales sean tratadas de manera más estricta, sigue a la espera. Mientras tanto, SSNC sigue siendo miembro de FSC Internacional.

‘Sin retorno’

Bart Holvoet admite que hay problemas, pero en lo que concierne a las plantaciones de árboles, se queda sin retorno: ‘Supimos desde el comienzo que las plantaciones serían una cuestión controvertida y lo serán lamentablemente siempre. Pero no veo parar a FSC a calificarlas. Es una lástima que esas organizaciones se centren en esto, sin querer rescatar lo bueno.’ El director de FSC Bélgica indica que las plantaciones solo constituyen 8 de las 135 millones de hectáreas de bosques certificados por FSC. Pero en algunos países esa relación es sensiblemente distinta. En Brasil, 5,5 millones de hectáreas de bosque son certificadas por FSC, de las cuales 1,8 millones de hectáreas son plantaciones.

Autores: An-Katrien en Leo Broers — Traducción: Nele Vandeneynde

Esta investigación fue realizado con apoyo del Fondo Pascal Decroos para Periodismo Especial. www.fondspascaldecroos.org

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