América Latina y el fin de un experimento

A principios de este siglo se desplegó en América Latina un experimento esperanzador social y políticamente, una marea rozada que buscaba su camino por el continente. Dieciséis años más tarde, Venezuela está por los suelos, Argentina tiene un gobierno de derecha y en Brasil la presidenta Dilma Rousseff pasa tiempos difíciles. ¿Qué está pasando y porque salió mal?

  • Cancillería Ecuador / Wikimedia (CC by-sa 2.0) Evo Morales, Nicolas Maduro en Rafael Correa en Cochabamba, 4 de julio 2013 Cancillería Ecuador / Wikimedia (CC by-sa 2.0)
  • Luis Astudillo C. / Cancillería (CC by-sa 2.0) Nicolas Maduro en la Cumbre de Celac en Quito Luis Astudillo C. / Cancillería (CC by-sa 2.0)
  • Ricardo Stuckert/PR (CC by 3.0) Lula da Silva, ex-presidente, ahora investigado por corrupcion Ricardo Stuckert/PR (CC by 3.0)

Después de la muerte del líder carismático Hugo Chávez, Rafael Correa trata de revivir el entusiasmo por el proyecto de la izquierda, pero son tiempos difíciles.

Económicamente, la región tiene que enfrentar una serie de problemas. Después de la crisis financiera de 2007-2008 la economía de América Latina resistió sorprendentemente bien. Pero ahora que el crecimiento en China se ralentiza, se siente más que nunca la repercusión.

Rafael Correa lo puso claro: ‘Hoy enfrentamos tiempos difíciles (…), pero siempre será mucho más lo que nos una que lo que nos separe’, declaro el presidente de Ecuador a finales  de enero en la cumbre de la CELAC,  Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, en Quito.

Malas cifras para América Latina

El precio de las materias primas bajó un 40 por ciento desde 2010 y el precio del petróleo un 60 por ciento entre junio de 2014 y enero de 2015. En países como Venezuela y en menor medida en Ecuador provoca esto un verdadero estrago.

Las cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, reflejan esta nueva realidad. La economía de la región se ha reducido en un 0,4 por ciento en 2015, mientras que la economía mundial creció un 3,5 por ciento. Y para el 2016 la CEPAL tiene previsto un crecimiento insignificante del 0,2 por ciento.

El precio del petróleo bajo un 60 por ciento entre junio de 2014 y enero de 2015.

Esta tendencia declinante, que se junta al valor ascendente del dólar, hace que los inversores extranjeros sacen su dinero para invertirlo en otro lugar.

En 2014 se disminuo la inversión extranjera directa en la región con un 16 por ciento. Unas comparaciones: Africa por ejemplo tuvo una subida del 2 por ciento y el mundo una reducción media de un 7 por ciento.

Con los problemas económicos cambia también el rumbo político. En Brasil, el gobierno de Dilma Rousseff y su partido PT (Partido dos Trabalhadores), está bajo fuerte presión política. En Argentina fue inaugurado en diciembre del año pasado el gobierno de derecha del presidente Macri después de 12 años de los Kirchner, primero Néstor y más tarde su viuda Cristina. En Venezuela fue derrotado por la primera vez desde 1998 el chavismo en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre.

La larga noche del neoliberalismo

Sin embargo había empezado como un experimento prometedor. Al comienzo del siglo diversos países de América  comenzaron a oponerse contra el modelo económico neoliberal y el Consenso de Washington de desregulación y recortes. Era la época de la gran venta. Las empresas fueron privatizadas, hubo una infinidad de despidos y en los sectores de educación, salud y vivienda se vió una lola de recortes.

El pueblo Latinoamericano respondió con una Primavera del Sur. Venezuela tuvo su Caracazo en febrero de 1989, en la que las personas salieron a la calle con ollas y sartenes. En Perú  el Fuji Choque, el paquete de recortes del presidente Fujimori, desencadenó una furia popular en 1990. En Ecuador fueron expulsados tres presidentes entre 1997 y 2005. En Bolivia surgieron protestas populares masivas, primero contra la privatización del agua en la guerra del Agua de Cochabamba en el año 2000.

En Ecuador fueron expulsados tres presidentes entre 1997 y 2005.

Después hubo La Guerra del Gas sobre la venta barata de gas a otros países. Evo Morales fue el lider popular en ambas protestas y fue recompensado por esto por los Bolivianos en las elecciones de 2005.

En Argentina, la aplicación extrema del modelo de privatización un desastroso fin, con el colapso total de la economía en diciembre de 2001. El presidente Fernando de la Rúa y su ministro de Economía Domingo Cavallos abandonaron el país por las protestas de la gente enojada.

“El problema de la Argentina no es que no obedeció el consejo del FMI, el problema es que lo sigió servilmente,” fue el análisis del economista estadounidense Joseph Stiglitz.

Después de la noche, el nuevo amanecer

La oposición a esta marea de privatizaciones también hizo que los planes para un Zona de Libre Comercio para las Américas, conocido como el proyecto ALCA que fue pensado como una extensión del TLCAN, nunca se realizó. En cambio sí se creó el ALBA, a iniciativa de Hugo Chávez.

ALBA, que significa “nuevo amanecer”, es el acrónimo de Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y representa la asociación entre los gobiernos de izquierda de Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua y un número de miembros asociados. Una cooperación basada en el la complementariedad y la solidaridad.

Hugo Chávez había llegado al poder en Venezuela tras un golpe de estado fracasado unos años antes. En Brasil, Lula finalmente ganó la elección después de dos intentos fallidos. En Argentina, Néstor Kirchner asumió la presidencia, después de la implosión total y como cuarto presidente en dos años. En Ecuador, el debutante Rafael Correa ganó después de un estancamiento político en el que el pueblo había despedido ya a tres presidentes. Correa llegó al poder con un programa que tenía que “terminar la larga noche neoliberal”. El momento era propicio para algo diferente y mejor.

El Socialismo del iglo 21

Los presidentes llegaron con grandes ambiciones. En Venezuela, Ecuador y Bolivia convocaron una Asamblea Constituyente que pretendía nada menos que “una refundación de la patria”.

La expresión “Socialismo del Siglo 21” vino después. Fue inventado por el sociólogo estadounidense-alemán Heinz Dieterich y llegó a ser lanzado de manera inesperada por Hugo Chávez en el Foro Social Mundial de Porto Alegre en 2005.

En América Latina el concepto contenía una política social con prioridad para los grupos empobrecidos de la de población.

En Venezuela, esta política tomó la forma de Misiones que contenían programas sociales de educación, salud y vivienda para satisfacer las necesidades de la población. En Bolivia, las compañías petroleras fueron “nacionalizadas”. Concretamente, todo se redujo a una renegociación de los contratos con las multinacionales, de modo que se encaminó más ingresos de las operaciones hacia la Tesorería.

Estos ingresos adicionales llenaban los fondos de pensiones y otros servicios sociales. En Brasil, Lula comenzó con programas de apoyo social como Fôme Zero (Hambre Cero) y Bolsa Familia (salario familiar), para sacar a decenas de millones de brasileños de la pobreza.

Estas medidas tuvieron un éxito grande porque el impacto se sentia a corto plazo. Por eso el pueblo reelegía a estos líderes.

Estas medidas tuvieron un éxito grande debido a que el impacto en el país era positivo a corto plazo. Es por eso que el pueblo reelegía a estos líderes políticos en las próximas elecciones. Pero con los años las cosas se ponían más difíciles. En Venezuela, donde la polarización crecía, se enfrentaban en varias ocasiones con oponentes políticos.

También en Bolivia Evo Morales tenía que afrontar una oposición dura en ciertas épocas. El también sufrió una derrota en el referéndum del domingo pasado. Ese referendum trataba una modificación de la Constitución para que Morales pudiere presentarse una vez más en la elección presidencial, de modo que pudiera quedarse en el poder hasta 2025. Pero los bolivianos decidían que ya es suficiente.

En Brasil, donde la política de Lula y Dilma era apoyada por una mayoría del pueblo, asombraban las protestas de 2013, que vinieron totalmente inesperadas. El propio pueblo, que había beneficiado de de tanto apoyo social, se largó a la calle porque el cambio no se realizó suficientemente rápido. Desde entonces, la paz no ha regresado. En 2015 llegaron las protestas de un ángulo diferente y hablamos de un ‘Tea Party’ brasileño que quiere socavar Dilma Rousseff y el PT. La presión política también se alimenta por la caída del ciclo económico.

En Ecuador, la gente salió la primera vez a la calle en contra de la política de Rafael Correa http://mo.be/es/lisis/ecuador-y-el-modelo-correano   en septiembre de 2014.

Low Hanging Fruits y ningún cambio estructural

En Brasil la política de Lula tenía dos beneficios. A través de los programas sociales, financiados por los ingresos procedentes de las materias primas (productos agrícolas, minerales y petróleo), luchó con eficacia contra la pobreza y incorporó a millones de personas en el mercado.

Ellos se convirtieron en consumidores activos que estimulaban la economía nacional en un momento en que el resto del mundo sufría el impacto de la crisis mondial. Sin embargo, el director de la ONG brasileña FASE, Jorge Eduardo Durão, fue particularmente crítico para Lula en una entrevista concedida a MO* en 2010.

‘Lula es el padre de los pobres y la madre de los ricos’. Dice Durão que el gobierno de Lula era caracterizado por un excesivo pragmatismo y que Lula utilizó  su popularidad insuficientemente para poner en práctica medidas más estructurales, como la introducción de verdaderos mecanismos de redistribución, cobrando impuestos a los más ricos en Brasil. Al final, este grupo se ha mantenido prácticamente intacto.

La gente quiere un iPhone

Las protestas de 2013 en Brasil giraban alrededor de cosas como el transporte público, la educación, la vivienda, unos derechos básicos que eran cumplidos insuficiente o que se cumplían demasiado lento. Y eso mientras que el país era en plena transformación para recibir a la Copa Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos. Después se daban los rolezinhos, grupos de jóvenes de los barrios alrededor de la ciudad, que iban al centro y ocupaban los centros comerciales para reclamar ese espacio.

Lula convirtio a las personas en consumidores. El siguiente paso es que participen en la política como ciudadanos responsables.

En una entrevista con MO* admitió el embajador de Brasil en Bélgica: “Con Lula salieron millones de personas de la pobreza. Lula los convirtió en consumidores. El siguiente paso es que participen en la política como ciudadanos responsables”.

La gente ha sido integrado en el mercado, forman parte de este mundo y por eso piensan en términos de mercado. Cuando alguien le preguntó al ex-presidente de Uruguay Mujica por qué la transformación no pudo continuar, Mujica dijo, “Todo el mundo quiere un iPhone.”

Legado colonial y la globalización

Durante las últimas dos décadas América Latina volvió a su papel colonial de proveedor de materias primas y petróleo, principalmente por el deseo de China de crecer.

Esto genera ingresos fáciles, mientras que dure. Pero la desaceleración en China y la economía mundial que se está encogiendo, ha reducido estos flujos de dinero.

Geen enkele van de socialistische regeringen is erin geslaagd om de productiestructuur van haar economie te veranderen. De economieën hebben hun afhankelijkheid van export van grondstoffen nog vergroot en zo de kwetsbaarheid voor de fluctuaties op die markt enkel verergerd.

El colapso del precio del petróleo ha provocado una implosión completa. Casi 95 por ciento de los ingresos de Venezuela proviene de la exportación de petróleo y esta dependencia fue reforzada durante el chavismo.

Sin embargo, no fue nada fácil salir de esta situación de dependencia. En Ecuador, Rafael Correa era muy consciente de esta vulnerabilidad y ha creado un plan para transformar la estructura  productiva de la economía. Pero en este modelo, el dinero del petróleo era/ es necesario para financiar la transición. En el presupuesto se contaba con  un precio del petróleo de 90 dólares por barril, mientras que hoy bajó a menos de 30 dolares.

Ningún gobierno socialista ha logrado cambiar la estructura de producción de su economía. Las economías han aumentado su dependencia de las exportaciones de productos básicos y por tanto se ha puesto más vulnerable para las fluctuaciones en el mercado.

El nuevo liderazgo aún no ha nacido

Si los ingresos bajan y la economía se estanca, tampoco hay dinero para distribuir y el pueblo se queja. El problema es algunos presidentes tienen problemas en manejar las críticas desde la base y no siempre se comportan con una actitud abierta y democrática.

Eso se vio en la gran manifestación en Ecuador en septiembre de 2014. También llama la atención la criminalización de las protestas contra proyectos del gobierno que están completamente opuestos a las ideas que se lanzó en la revolución. Como los proyectos mineros en Bolivia y Ecuador, mientras que la constitución se compromete a respetar los derechos de la madre tierra.

En el Foro Social Mundial (FSM) de Porto Alegre en 2005, cuando Chávez proclamó el Socialismo del Siglo 21, declaró Ignacio Ramonet, ex jefe de redacción de Le Monde Diplomatique, que Hugo Chávez encarnaba un nuevo tipo de liderazgo en América Latina.

Chávez respondía más al icono clásico del caudillo Latinoamericano, el líder populista no siempre tan democrático.

Pero el presidente Chávez respondía más al icono clásico del caudillo Latinoamericano, el líder populista pero no siempre tan democrático que sabe atar a su persona con regalos y beneficios un clientelismo electoral.

Su sucesor, Nicolás Maduro, no tiene por desgracia el mismo carisma y eso debilitó el proyecto. Además, en Bolivia es difícil encontrar un líder que iguala al talento natural de Evo Morales, moldeado en la tierra boliviana. También Rafael Correa es un líder nato que sabe convencer a la gente con su gran don retórico. Por desgracia, estos líderes tienen un gran problema en manejar, asumir y digerir la crítica de las organizaciones sociales.

Mientras estos gobiernos llegaron al poder gracias a protestas masivas, con el apoyo de la sociedad, lo que se ve ahora es que en algunos países crece el déficit democrático y se apaga la voz de la sociedad civil. Un futuro gobierno de derecha lo tendrá en ese caso muy fácil de imponer un programa anti-social.

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