Brasil entre la espada y la pared

Brasil es este año el anfitrión de los Juegos Olímpicos, una primicia para América Latina. Sin embargo, la presidenta Dilma está perdiendo terreno a gran velocidad. La causa? La bonanza económica de los tiempos pasados implosiona, un escándalo de corrupción le asfixia a la presidenta mientras que un juicio político le amenaza. Y la población brasileña reclama.  

  • Leonardo Veras / Flickr (CC by-sa 2.0) Poca euforia en las vísperas de los Juegos Olímpicos Leonardo Veras / Flickr (CC by-sa 2.0)
  • Sebástian Freire / Flickr (CC by-sa 2.0) Las protestas de 2013 vinieron como una sorpresa total Sebástian Freire / Flickr (CC by-sa 2.0)
  • Valter Campanato/Agência Brasil (CC by-nc-sa 2.0) Eduardo Cunha pide impeachment Valter Campanato/Agência Brasil (CC by-nc-sa 2.0)
  • Senado Federal (CC by 2.0) Bolsa Familia afectada por la crisis Senado Federal (CC by 2.0)

‘El futuro ha llegado’. Este es el sentimiento de vida que tuvieron millones de brasileños hace una década. Vivían en las nubes.

Durante los dos gobiernos de Lula, 22 millones de brasileños fueron sacados de la pobreza y elevados hacia la clase media. Pero entretanto, el crecimiento de 7 por ciento ha implosionado. Hoy el PNB per cápita es 20 por ciento menor que en 2010. Para este año se espera un nuevo descenso del 2.5 al 3 por ciento. La inflación ha aumentado hasta el 10.5 por ciento, y la deuda externa absorba el 7 por ciento del PNB.

Los esfuerzos de Lula por hacer crecer el mercado brasileño estimulando el consumo interno ya no funcionan.

Todo iba sobre ruedas: a finales de 2010 la economía crecía con un 7 por ciento, mientras que el resto del mundo quedó fuera de combate por la crisis de 2008. Lula supo atraer la atención internacional trayendo la Copa Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos a su país. Hoy, en vísperas de los Juegos Olímpicos, el panorama se ve totalmente diferente.

Los esfuerzos de Lula por hacer crecer el mercado brasileño estimulando el consumo interno ya no funcionan. En 2014 Celso Marcondes del Instituto Lula hablaba de la crisis del crecimiento a la cual los países BRICS son tan sensibles.

Como en los otros países de la región, la mala situación económica tiene que ver sobre todo con la caída en los precios de las materias primas. En el caso de Brasil se trata sobre todo de soja, mineral de hierro y petróleo. El descenso de los precios y la desaceleración del crecimiento económico en China tienen un impacto innegable.

Recesión heredada o mala política?

Según algunos analistas, la presidenta Dilma ha agravado la dependencia y la vulnerabilidad por la  política que llevó: una política de protección del mercado interno contra las importaciones.

El programa Brasil Maior (Mayor Brasil) proporciona medidas fiscales de apoyo a la industria nacional. Las compañías extranjeras que quieren entrar en el mercado brasileño deben traspasar la jungla de la burocracia. Además, el país lidia con una infraestructura pobre. Estos son factores que hacen que Brasil sea menos competitivo en el mercado internacional.

Por impopular que sea: los impuestos aumentan y las pensiones disminuyen.

Debido a este crecimiento lento los logros socioeconómicos del pasado se derriten como nieve al sol. La presidenta Rousseff se ve obligada a reducir una serie de medidas destinadas a la lucha contra la pobreza y a la desigualdad. Por impopular que sea: los impuestos aumentan y las pensiones disminuyen.

Las agencias de rating marcan una mala puntuación y recientemente dos ministros de economía dimitieron. Las expectativas parecen particularmente sombrías para el gigante latinoamericano.

“La recesión más larga de un siglo, el mayor escándalo de corrupción de la historia, y el presidente más impopular”, así es como The Economist describe el ambiente de crisis en Brasil.

La coyuntura en declive, provocada por la crisis internacional, ya se había dejado notar en el momento que Rousseff tomó el poder del inmensamente popular Lula en 2010. El primer gobierno de Dilma no marchó como la seda. En 2013, exactamente un año antes de la Copa Mundial de Fútbol, se le puso a prueba con unas protestas masivas que estallaron. Estas protestas llegaron como un rayo caído del cielo. La razón fue el aumento en el precio del transporte público.

Operación Car Wash

El gobierno de Dilma se puso a trabajar meticulosamente, trató de calmar los ánimos y prometió reformas políticas. En cierto sentido lo logró, porque en octubre de 2014 Rousseff fue reelegida, aunque con una ajustada mayoría de 51,64 por ciento de los votos. Pero fue una victoria pírrica, porque desde entonces la política va de mal en peor para Dilma y su Partido de los Trabajadores PT.

La mayoría ajustada fue una victoria pírrica, porque desde entonces la política de Dilma va de mal en peor.

 

La presidenta es acusada de estar involucrada en el escándalo de corrupción en el seno de la petrolera estatal Petrobras. Es un escándalo que mientras tanto ha recibido el nombre  Operação Lava Jato, u operación Car Wash.

 

Se trata de cantidades exorbitantes que pudieron haber sido blanqueadas o empleadas para soborno.

Dilma Rousseff no es acusada de enriquecimiento personal, pero sí fue ministra de Minas y Energía, y presidenta de la Junta Directiva de Petrobras durante el período del escándalo de corrupción.

El escándalo salió a la luz en marzo de 2014 y desde entonces se ha extendido como la pólvora. El escándalo de Petrobras se conoce comúnmente como Petrolão, por analogía con el Mensalão. Este es un escándalo similar de compra de votos en la Cámara de Diputados por parte del PT, que mensualmente transfería una suma a los diputados privilegiados para asegurar así sus apoyos.

Está en marcha una investigación judicial en contra de 32 diputados, tanto del Partido de los Trabajadores PT como del partido de centroderecha PMDB, socio en la coalición de gobierno.  

Proceso con miras de destitución como venganza

La situación se ha vuelto mucho más sombría desde que precisamente el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha del PMDB, exige un proceso con miras de destitución contra la presidenta.

Sin embargo, lanzó la petición de destitución cuando los diputados del PT anunciaron que pondrían en marcha una investigación contra el propio Cunha por transacciones ilegales de dinero. El presidente de la Cámara de Diputados podría tener más de 40 millones de dólares en cuentas suizas. La investigación está en pleno curso.

Además, la presidenta Dilma es acusada de ocultar la verdadera magnitud del déficit maquillando las cifras. Por último, el Tribunal Superior Electoral (TSE) también investigará si el resultado electoral del mes de octubre de 2014 es legítimo, y si la financiación de la campaña de Dilma se realizó debidamente.

Para colmo de desdichas del PT, está en marcha una investigación en contra de su figura principal, Lula. Se le recrimina haber favorecido a algunas empresas brasileñas y haberlas ayudado a ganar contratos.

Ataque al PT

Tantas acusaciones e investigaciones judiciales tienen que ver en parte con la estructura política en Brasil y con la ley de financiación de campañas y partidos políticos. El umbral para crear un partido político es muy bajo, lo que crea una amplia fragmentación.

Las reformas políticas que Dilma prometió durante las protestas de 2013 están muertas y enterradas.

Actualmente la Cámara de Diputados está compuesta por 28 partidos políticos que sin excepción alguna han logrado acceder gracias a apoyo económico de grupos de presión poderosos, los llamados bloques de poder o bancadas. Hay tres grandes bloques conservadores que están ganando terreno: la bancada ruralista (la agroindustria y los grandes terratenientes), Bancada do bala (defensores de la libre venta de armas de fuego) y la bancada evangélica (iglesias protestantes, movimientos pentecostales).

Para intervenir en este sistema se tiene que modificar la Constitución, lo que requiere una mayoría de tres quintos tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados. No obstante, es impensable que Dilma Rousseff obtenga esta mayoría con una Cámara de Diputados que se opone tanto a ella.

Por lo tanto, la promesa de reformas políticas a la que Dilma aspiraba durante las protestas de 2013 está muerta y enterrada.

Tea Party de Brasil

Además de la complejidad estructural del sistema político, hay también fuerzas más explícitas que quieren socavar al PT tras 12 años en el poder.

Todo comenzó con las grandes manifestaciones en 2013. Desde entonces, la paz nunca ha vuelto. Las protestas fueron la caja de Pandora para la política del PT. Los manifestantes provenían de todos los rangos de la población y tenían preguntas muy diferentes, desde el transporte público asequible hasta el derecho a la vivienda digna y a la educación.  Sobre todo los grandes gastos de la Copa Mundial de Fútbol fueron una piedra en los zapatos de los manifestantes, puesto que el país tenía tantas otras necesidades más urgentes.

La gran mayoría de los manifestantes eran partidarios del gobierno: la clase media de centroizquierda, los beneficiarios de la política social de Lula y Dilma.  

Entre los manifestantes de vez en cuando se llamaba a gritos el regreso de los militares, pero tuvo poco apoyo de la mayoría. Después resultó ser que en esa multitud sí que se encontraba el corazón de la oposición de derecha, que tiene como objetivo romper las medidas sociales. El año pasado salieron en masa a la calle para exigir la renuncia de Dilma.

El nuevo movimiento de derecha está en contra de los impuestos, quiere reintroducir la pena de muerte y aboga a favor del porte libre de armas

Según el sociólogo Laurent Delcourt se trata de nuevas agrupaciones de derecha, de personas tanto mayores como jóvenes, que están en contra de cualquier cosa que pueda poner en peligro su estatus, como los homosexuales, los indígenas, los llamados Nordestinos. Consideran a los residentes del noreste, la región más pobre de Brasil, como la base electoral del PT. Esta oposición de derecha también está en contra de los partidarios del aborto y de la cuota a favor de los grupos minoritarios (que estimula el acceso a la educación y la participación social). También están en contra de los impuestos, quieren reintroducir la pena de muerte y abogan a favor del porte libre de armas.

Estas agrupaciones ven la mano de Cuba en programas sociales como Hambre Cero y Bolsa Familia (asignaciones familiares). También acusaron al PT de querer implementar el bolivarianismo venezolano en Brasil. Lo que más desean es la partida de Dilma.

La culpa de los comunistas

El filósofo brasileño Paulo Eduardo Arantes lo llama uno de los fenómenos más notables del Brasil contemporáneo. Una derecha no convencional, pero sí extrema y militante, que lucha por el desmantelamiento del Estado. Este movimiento de extrema derecha tiene como objetivo acabar con el llamado Lulismo. Para ellos la política social y económica de Lula y Dilma es igual al comunismo al estilo de la Guerra Fría.

Para ellos la política social y económica de Lula y Dilma es igual al comunismo al estilo de la Guerra Fría.

No es un grupo homogéneo. Se trata de grupos pentecostales evangélicos y católicos tradicionales que están en contra del aborto. Se trata también de ex militares y ex policías del Partido Militar Brasileño. Los ultranacionalistas y los que tienen nostalgia por la dictadura también apoyan este movimiento junto a los militantes del movimiento Cansei, que quiere decir ‘estamos cansados’ refiriéndose así en particular a la corrupción. Además, la seguridad y la protección son temas a los que recurren, tanto si vienen a cuenta como si no.

En resumen, el nuevo movimiento de derecha es bastante similar al Tea Party americano, y es así como quieren verse  a sí mismos, a excepción de que en Brasil los partidarios provienen principalmente de la alta clase rica.

Extrema polarización

Tras las grandes manifestaciones de 2013 estos activistas de derecha se han movido tanto en las calles como en los medios sociales. Están presentes en el mundo de los negocios y en la política. También están en la revista Midia sem Máscara (Medios sin Máscaras) fundada por el periodista de extrema derecha Olavo de Carvalho.

Lo que está ocurriendo en Brasil, no está desvinculado de la oscilación hacia la derecha en Argentina.

Desde la reelección de Dilma Rousseff en octubre de 2014 lanzaron su Manifiesto por la Democracia en el cual dicen que por tantos años de PT al poder la democracia está en grave peligro.

Una red de fieles al régimen lanzó como respuesta un manifiesto en contra del proceso de destitución y para consolidar su confianza en el gobierno.

Según Lúcio Flávio Rodrigues de Almeida, politólogo de la Universidad de Sao Paulo, se está jugando un juego complejo en el Cono Sur. Lo que está ocurriendo en Brasil, no está desvinculado de la oscilación hacia la derecha en Argentina y la elección de Mauricio Macri.

Nunca antes la sociedad brasileña ha estado tan polarizada. En los próximos meses Dilma y el PT se la jugarán a vida o muerte.

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